Hace años que quiero hacer esto. Hace años que quiero
expresar lo que me tocó vivir pero no podía. Hoy siento que es el momento de
contar mi historia, de contar algunas situaciones y momentos que me marcaron.
De contar la verdad, aquella que oculte, distorsione u omití, hasta de mi
misma, pero de la que no puedo escapar, ni pude y tampoco podré olvidar.
Voy a intentar escribir las cosas en orden de tiempo y
con la mayor cantidad de detalles que mi memoria me permita, muchas
situaciones, palabras o cosas las “bloqueé”, como mecanismo de defensa.
Hace unos años atrás, yo tenía una relación tóxica,
enfermiza por donde se la mire. En su momento justifiqué muchas cosas con el
lema de “éramos chicos”, “yo era muy histérica”, “es normal, muchas parejas de
adolescentes viven esas cosas”, pero no. No es así, estaba completamente errada
y me llevó mucho tiempo notarlo.
Dentro de esta relación, siempre discutíamos, por pavadas pero muchas veces eran discusiones fuertes, en un principio de forma verbal. Hasta que un día, empezó a haber algo más. Estábamos en su casa, en su cuarto; él se iba de vacaciones con sus amigos y yo me sentía triste por eso, no por una cuestión de desconfianza, sino en el sentido de extrañar. Entonces, mientras él armaba su valija, empecé a llorar porque se iba, no estábamos discutiendo en lo absoluto, sino que, yo sólo lloraba. Lloré un rato largo hasta que empezamos a pelear porque a él le molestaba que yo estuviera así de intensa con la situación de su viaje, a lo que le di la razón pero no podía contener las lágrimas y entonces pasó. Me grito muy mal, me agarro de los brazos y me sacudió en la cama fuerte. Me quede muda y lloré más. No entendía lo que pasaba, no entendí en ese momento que ahí fue cuando me tendría que haber ido para siempre. Me pidió perdón, y yo deje pasar eso como algo normal.
Mucho tiempo después, hubo otras peleas verbales, en
una de ellas, por teléfono me grito “No ves que sos una gorda de mierda?”. Los
que me conocen de verdad saben de mis problemas en cuestión a eso. Y él también
los sabía. No quiero, ni busco victimizarme y solo contar su parte mala de las
cosas. Porque yo también dije cosas hirientes hacía él, pero en ese momento
fueron en respuesta a su insulto. Le corté el teléfono y lo bloqueé. Le conté
eso a dos amigas en ese momento porque no podía parar de llorar, pero lo
hablamos en ese momento y como yo lo deje pasar, ellas también. Él vino a mi
casa, me pidió perdón llorando, me dijo que nunca jamás me iba a lastimar, que
no quiso decir eso, que era un idiota, etc. Y lo perdoné. Otra vez, deje pasar
una situación que NO era normal, como algo normal.
Hubo un tiempo en el que cortamos, donde él me dejó. Cuestión,
que después de eso las cosas se volvieron peor y más enfermizas. Yo estaba
totalmente como una idiota. Deje que en ese tiempo todo fuese como él quería y
con los tiempos suyos, no me respete en lo absoluto, ni tampoco me quise ni un
poco. Porque claro, como era una gorda histérica de mierda, sentía que si lo
perdía a él, nadie más me iba a querer. En realidad creo que no solo lo sentí,
sino que es lo que me hizo sentir y entonces no hice otra cosa más que insistir
en volver y estar ahí, para él.
Unos meses después, volvimos como novios. Al principio
todo iba bien, no discutíamos, estábamos bien. Aunque ahora, viéndolo en
perspectiva, creo que cuando un vínculo es así tan tóxico, nunca está bien
realmente, sino que solo fue una “buena etapa”. Y esas etapas son las que nos
hacen engañarnos. Creía realmente en ese
momento, que todo iba a estar bien, que habían quedado atrás muchas
cosas y que las cosas habían cambiado. Pero no.
No recuerdo cómo volvió pasar, como dije antes, borre
mentalmente muchas de estas situaciones, así que no recuerdo concretamente la
situación en sí. Pero habíamos peleado por algo, nos estábamos gritando y
entonces él me pegó. Como esa situación vendrían muchas, muchas más. Como
quiero contar la verdad total de las cosas, debo reconocer que cuando pude
hacerlo, me defendí. Le tiré con cosas o le pegué también. Pero siempre,
obviamente, me terminaba pasando en fuerza.
Recuerdo con detalle, dos situaciones muy violentas,
una de ellas en mi casa. Estábamos en mi pieza, no había nadie en mi casa y
empezamos a discutir, me empezó a apretar los brazos, lo empujé, me agarró de
la cara, me rasguñó todo el cuello, me agarro la cabeza por las orejas y me
tiró en la cama, me saltó encima y me empezó a pegar en la cara con las manos,
para soltarme, lo mordí, se alejó, me paré y le pegué un rodillazo en la cara.
Lo peor, es que después de esas situaciones, terminábamos teniendo relaciones,
que si lo pienso hoy, no sé si eran tan consentidas de mi parte, o si
simplemente tenía miedo.
La última y la más fuerte de las situaciones fue en su
casa. Estábamos en su cuarto, otra vez algo genero una discusión. Otra vez los
golpes, pero esta vez, me dio contra un mueble y me empezó a sangrar la nariz.
Me acuerdo todavía estar sentada en el suelo del baño de su casa llorando con
las manos llenas de sangre, sin saber qué hacer más que llorar, mi odio en ese
momento iba dirigido hacía mi misma, me acuerdo de agarrarme sola la cabeza y
preguntarme por qué discutí con él si ya sabía que iba a pasar eso. En esa
situación estaba su mamá en la casa, le dije a él que le contara lo que había
pasado porque ella estaba despierta y era evidente que había escuchado todo.
Supuestamente, él le contó. Y ella no hizo nada. No la culpo, solo quiero aclarar
que fue la única persona que supo a tiempo qué pasaba y no reaccionó de ninguna
forma. Quizás no supo cómo, quizás no le importó. El caso es que eso, ya no
importa.
Rememoro todo esto y me doy cuenta de lo mal que
estaba, en muchos sentidos. Yo, él, la relación entera, todo. Después de esa
noche, al otro día, volví a mi casa, me saqué fotos de los golpes que tenía en
la cara y en los brazos (como ya había hecho otras veces), cuestión que guardé
para mi esas fotos por un largo tiempo, pero hace un año, las borre, porque me
hacían mal, ahora me arrepiento porque serían mi prueba para denunciar.
Cuestión que, use una vincha de tela en casa o me la pase encerrada en mi pieza
para que no se note, no vi a mis amigas, no podía, no así. Seguimos juntos un
tiempo más hasta que él decidió (por suerte), terminar la relación de nuevo.
Quiero hacer hincapié, en lo mal que estaba yo en todo este vínculo, que le
rogué para que no me dejase. Lo más cínico es que sentía que si él me dejaba,
me moría. Sentía que nada en mí tenía valor. El nivel de locura era tal que no
podía ver todo lo mal que me hacía, que me importaba más que no me dejase a que
me maltratara. En ese momento a todos
mis amigos y familia, no les conté nada. Solo que él me dejaba de nuevo y nada
más. Sabían mis amigas de mi insistencia para que no me dejase, pero no tenían
ni la menor idea de todo lo demás. Unos meses más tarde, terminó todo mi
sufrimiento y no hablamos más. Salvo en saludos de cumpleaños o cosas así como
si nada hubiese pasado.
En el momento e incluso después, nunca dije nada. ¿Por
qué? Porque todos me ven como una mujer fuerte, como una mina avasallante, que
soy de decir lo que pienso y que me creo que me como el mundo. Pero no. No fui nada
de eso; fui, aunque todavía me cuesta asimilarlo, víctima de un sinfín de
situaciones que me llevaron a accionares totalmente enfermizos. En cambio a él,
todos lo veían como el pibe bueno, callado, tranquilo, que por ahí se sacaba en
algún que otro partido de fútbol y que le decía siempre que sí a todo lo que a
la “loca histérica” se le ocurría. Yo sentía, que para todos, era la “mala” de
la relación, yo era la loca, la histérica, la jodida, pero nadie veía sus
forreadas o las cosas que él me hacía. Sentía que nadie me iba a creer, porque
además de todo lo que expliqué arriba, yo había disfrazado cada situación, las
minimizaba tanto que recién mucho después puedo entender la magnitud de lo que
pasó. Es decir, por ejemplo, yo no lo
borre de mis redes, yo le respondí los saludos para las fiestas y mi
cumpleaños, porque no quería que todos me vieran como una resentida, como una
despechada, ni como una loca que hasta “hacía unas semanas le rogaba por volver
y ahora dice que le pegaban”, literal pensaba que me dirían eso.
Me sentía completamente sola, avergonzada, me daba
mucha vergüenza admitir esas situaciones a mi entorno. Pensaban que no me iban
a creer, que me iban a juzgar, que me iban a retar, que me iban a criticar o
todos iban a hablar de eso y no quería estar expuesta. Ni siquiera fui capaz de
contarlo completamente en terapia, donde solo conté la parte verbal de las
peleas. Me encerré en mí en cuanto a esto, durante mucho tiempo. Me sentía
culpable, sentía que quizás si tenía tanto miedo en decirlo era porque seguro
tenía la culpa y me merecía lo que había pasado. Hasta el día de hoy, incluso,
una parte de mi aun lo piensa de esa forma, porque yo también fui violenta,
aunque estoy segura que no a su nivel.
Recién dos años después, pude contárselo a mi mamá. El
desencadenante fue una serie, Big Little Liars, donde el personaje de Nicole
Kidman, sufre una situación bastante similar a las que viví. Empezamos a
debatir esa serie y así fue como le termine contando lo que pude. Lo que me
salió y cómo pude. Otro día, en la casa de una de mis amigas, se los conté a
las que estaban esa noche, porque había salido el tema. Un tiempo después, pude
hablarlo con algunas otras personas, pero debo decir que también me costó
mucho. Y aun me cuesta porque siento que ya es tarde, que ya esta y que pongo
incómodos a los demás porque en el momento todos se quedan en shock y no saben
qué decir. Y me persigue el castigo mental de que la respuesta de algunos fue: “¿Cómo
no dijiste nada? Te juro que no me lo imaginaba de él” y JUSTAMENTE POR ESO NO PUDE. Porque siempre por
mi carácter, imaginan lo peor de mí.
Obvio que muchas veces quise decirlo, porque por
ejemplo, mi ex va a las marchas de ni una menos, del aborto y se proclama en
las redes como un aliado feminista. Es más, milita para un partido de
izquierda, corriente que es claro ejemplo de la lucha contra la violencia
machista y el sistema patriarcal. Pero no pude. A pesar de la bronca e
indignación que sentía y siento.
Aún tengo dudas y dudas sobre si publicar esto o no.
Tengo miedo, en muchos sentidos, porque no tengo pruebas más que mis recuerdos,
porque no se cómo podrían a llegar a reaccionar desde quiénes me rodean, hasta
él y su entorno. Porque sería exponerme a que quizás esto se haga masivo y no
se si tengo los ovarios tan bien puestos como para bancarme malos comentarios o
bardos.
Pero siento por otro lado, que es mi obligación como
mujer contarlo, para que a nadie más le pase, para que no haya más machos
violentos en nuestras marchas, en nuestras luchas. Y para lo más importante,
que es que esta clase de tipos, no se sientan nunca más con impunidad. Porque
no nos callamos más.