miércoles, 12 de diciembre de 2018

Mi Cuentalo


Hace años que quiero hacer esto. Hace años que quiero expresar lo que me tocó vivir pero no podía. Hoy siento que es el momento de contar mi historia, de contar algunas situaciones y momentos que me marcaron. De contar la verdad, aquella que oculte, distorsione u omití, hasta de mi misma, pero de la que no puedo escapar, ni pude y tampoco podré olvidar.
Voy a intentar escribir las cosas en orden de tiempo y con la mayor cantidad de detalles que mi memoria me permita, muchas situaciones, palabras o cosas las “bloqueé”, como mecanismo de defensa.
Hace unos años atrás, yo tenía una relación tóxica, enfermiza por donde se la mire. En su momento justifiqué muchas cosas con el lema de “éramos chicos”, “yo era muy histérica”, “es normal, muchas parejas de adolescentes viven esas cosas”, pero no. No es así, estaba completamente errada y me llevó mucho tiempo notarlo.

Dentro de esta relación, siempre discutíamos, por pavadas pero muchas veces eran discusiones fuertes, en un principio de forma verbal. Hasta que un día, empezó a haber algo más. Estábamos en su casa, en su cuarto; él se iba de vacaciones con sus amigos y yo me sentía triste por eso, no por una cuestión de desconfianza, sino en el sentido de extrañar. Entonces, mientras él armaba su valija, empecé a llorar porque se iba, no estábamos discutiendo en lo absoluto, sino que, yo sólo lloraba. Lloré un rato largo hasta que empezamos a pelear porque a él le molestaba que yo estuviera así de intensa con la situación de su viaje, a lo que le di la razón pero no podía contener las lágrimas y entonces pasó. Me grito muy mal, me agarro de los brazos y me sacudió en la cama fuerte. Me quede muda y lloré más. No entendía lo que pasaba, no entendí en ese momento que ahí fue cuando me tendría que haber ido para siempre. Me pidió perdón, y yo deje pasar eso como algo normal.
Mucho tiempo después, hubo otras peleas verbales, en una de ellas, por teléfono me grito “No ves que sos una gorda de mierda?”. Los que me conocen de verdad saben de mis problemas en cuestión a eso. Y él también los sabía. No quiero, ni busco victimizarme y solo contar su parte mala de las cosas. Porque yo también dije cosas hirientes hacía él, pero en ese momento fueron en respuesta a su insulto. Le corté el teléfono y lo bloqueé. Le conté eso a dos amigas en ese momento porque no podía parar de llorar, pero lo hablamos en ese momento y como yo lo deje pasar, ellas también. Él vino a mi casa, me pidió perdón llorando, me dijo que nunca jamás me iba a lastimar, que no quiso decir eso, que era un idiota, etc. Y lo perdoné. Otra vez, deje pasar una situación que NO era normal, como algo normal.
Hubo un tiempo en el que cortamos, donde él me dejó. Cuestión, que después de eso las cosas se volvieron peor y más enfermizas. Yo estaba totalmente como una idiota. Deje que en ese tiempo todo fuese como él quería y con los tiempos suyos, no me respete en lo absoluto, ni tampoco me quise ni un poco. Porque claro, como era una gorda histérica de mierda, sentía que si lo perdía a él, nadie más me iba a querer. En realidad creo que no solo lo sentí, sino que es lo que me hizo sentir y entonces no hice otra cosa más que insistir en volver y estar ahí, para él.
Unos meses después, volvimos como novios. Al principio todo iba bien, no discutíamos, estábamos bien. Aunque ahora, viéndolo en perspectiva, creo que cuando un vínculo es así tan tóxico, nunca está bien realmente, sino que solo fue una “buena etapa”. Y esas etapas son las que nos hacen engañarnos. Creía realmente en ese  momento, que todo iba a estar bien, que habían quedado atrás muchas cosas y que las cosas habían cambiado. Pero no.
No recuerdo cómo volvió pasar, como dije antes, borre mentalmente muchas de estas situaciones, así que no recuerdo concretamente la situación en sí. Pero habíamos peleado por algo, nos estábamos gritando y entonces él me pegó. Como esa situación vendrían muchas, muchas más. Como quiero contar la verdad total de las cosas, debo reconocer que cuando pude hacerlo, me defendí. Le tiré con cosas o le pegué también. Pero siempre, obviamente, me terminaba pasando en fuerza.
Recuerdo con detalle, dos situaciones muy violentas, una de ellas en mi casa. Estábamos en mi pieza, no había nadie en mi casa y empezamos a discutir, me empezó a apretar los brazos, lo empujé, me agarró de la cara, me rasguñó todo el cuello, me agarro la cabeza por las orejas y me tiró en la cama, me saltó encima y me empezó a pegar en la cara con las manos, para soltarme, lo mordí, se alejó, me paré y le pegué un rodillazo en la cara. Lo peor, es que después de esas situaciones, terminábamos teniendo relaciones, que si lo pienso hoy, no sé si eran tan consentidas de mi parte, o si simplemente tenía miedo.
La última y la más fuerte de las situaciones fue en su casa. Estábamos en su cuarto, otra vez algo genero una discusión. Otra vez los golpes, pero esta vez, me dio contra un mueble y me empezó a sangrar la nariz. Me acuerdo todavía estar sentada en el suelo del baño de su casa llorando con las manos llenas de sangre, sin saber qué hacer más que llorar, mi odio en ese momento iba dirigido hacía mi misma, me acuerdo de agarrarme sola la cabeza y preguntarme por qué discutí con él si ya sabía que iba a pasar eso. En esa situación estaba su mamá en la casa, le dije a él que le contara lo que había pasado porque ella estaba despierta y era evidente que había escuchado todo. Supuestamente, él le contó. Y ella no hizo nada. No la culpo, solo quiero aclarar que fue la única persona que supo a tiempo qué pasaba y no reaccionó de ninguna forma. Quizás no supo cómo, quizás no le importó. El caso es que eso, ya no importa.
Rememoro todo esto y me doy cuenta de lo mal que estaba, en muchos sentidos. Yo, él, la relación entera, todo. Después de esa noche, al otro día, volví a mi casa, me saqué fotos de los golpes que tenía en la cara y en los brazos (como ya había hecho otras veces), cuestión que guardé para mi esas fotos por un largo tiempo, pero hace un año, las borre, porque me hacían mal, ahora me arrepiento porque serían mi prueba para denunciar. Cuestión que, use una vincha de tela en casa o me la pase encerrada en mi pieza para que no se note, no vi a mis amigas, no podía, no así. Seguimos juntos un tiempo más hasta que él decidió (por suerte), terminar la relación de nuevo. Quiero hacer hincapié, en lo mal que estaba yo en todo este vínculo, que le rogué para que no me dejase. Lo más cínico es que sentía que si él me dejaba, me moría. Sentía que nada en mí tenía valor. El nivel de locura era tal que no podía ver todo lo mal que me hacía, que me importaba más que no me dejase a que me maltratara. En  ese momento a todos mis amigos y familia, no les conté nada. Solo que él me dejaba de nuevo y nada más. Sabían mis amigas de mi insistencia para que no me dejase, pero no tenían ni la menor idea de todo lo demás. Unos meses más tarde, terminó todo mi sufrimiento y no hablamos más. Salvo en saludos de cumpleaños o cosas así como si nada hubiese pasado.
En el momento e incluso después, nunca dije nada. ¿Por qué? Porque todos me ven como una mujer fuerte, como una mina avasallante, que soy de decir lo que pienso y que me creo que me como el mundo. Pero no. No fui nada de eso; fui, aunque todavía me cuesta asimilarlo, víctima de un sinfín de situaciones que me llevaron a accionares totalmente enfermizos. En cambio a él, todos lo veían como el pibe bueno, callado, tranquilo, que por ahí se sacaba en algún que otro partido de fútbol y que le decía siempre que sí a todo lo que a la “loca histérica” se le ocurría. Yo sentía, que para todos, era la “mala” de la relación, yo era la loca, la histérica, la jodida, pero nadie veía sus forreadas o las cosas que él me hacía. Sentía que nadie me iba a creer, porque además de todo lo que expliqué arriba, yo había disfrazado cada situación, las minimizaba tanto que recién mucho después puedo entender la magnitud de lo que pasó. Es decir, por ejemplo,  yo no lo borre de mis redes, yo le respondí los saludos para las fiestas y mi cumpleaños, porque no quería que todos me vieran como una resentida, como una despechada, ni como una loca que hasta “hacía unas semanas le rogaba por volver y ahora dice que le pegaban”, literal pensaba que me dirían eso.
Me sentía completamente sola, avergonzada, me daba mucha vergüenza admitir esas situaciones a mi entorno. Pensaban que no me iban a creer, que me iban a juzgar, que me iban a retar, que me iban a criticar o todos iban a hablar de eso y no quería estar expuesta. Ni siquiera fui capaz de contarlo completamente en terapia, donde solo conté la parte verbal de las peleas. Me encerré en mí en cuanto a esto, durante mucho tiempo. Me sentía culpable, sentía que quizás si tenía tanto miedo en decirlo era porque seguro tenía la culpa y me merecía lo que había pasado. Hasta el día de hoy, incluso, una parte de mi aun lo piensa de esa forma, porque yo también fui violenta, aunque estoy segura que no a su nivel.
Recién dos años después, pude contárselo a mi mamá. El desencadenante fue una serie, Big Little Liars, donde el personaje de Nicole Kidman, sufre una situación bastante similar a las que viví. Empezamos a debatir esa serie y así fue como le termine contando lo que pude. Lo que me salió y cómo pude. Otro día, en la casa de una de mis amigas, se los conté a las que estaban esa noche, porque había salido el tema. Un tiempo después, pude hablarlo con algunas otras personas, pero debo decir que también me costó mucho. Y aun me cuesta porque siento que ya es tarde, que ya esta y que pongo incómodos a los demás porque en el momento todos se quedan en shock y no saben qué decir. Y me persigue el castigo mental de que la respuesta de algunos fue: “¿Cómo no dijiste nada? Te juro que no me lo imaginaba de él” y  JUSTAMENTE POR ESO NO PUDE. Porque siempre por mi carácter, imaginan lo peor de mí.
Obvio que muchas veces quise decirlo, porque por ejemplo, mi ex va a las marchas de ni una menos, del aborto y se proclama en las redes como un aliado feminista. Es más, milita para un partido de izquierda, corriente que es claro ejemplo de la lucha contra la violencia machista y el sistema patriarcal. Pero no pude. A pesar de la bronca e indignación que sentía y siento.
Aún tengo dudas y dudas sobre si publicar esto o no. Tengo miedo, en muchos sentidos, porque no tengo pruebas más que mis recuerdos, porque no se cómo podrían a llegar a reaccionar desde quiénes me rodean, hasta él y su entorno. Porque sería exponerme a que quizás esto se haga masivo y no se si tengo los ovarios tan bien puestos como para bancarme malos comentarios o bardos.
Pero siento por otro lado, que es mi obligación como mujer contarlo, para que a nadie más le pase, para que no haya más machos violentos en nuestras marchas, en nuestras luchas. Y para lo más importante, que es que esta clase de tipos, no se sientan nunca más con impunidad. Porque no nos callamos más.