miércoles, 4 de septiembre de 2013

Balance Marzo/Septiembre 2013. (Parte 1 - Crecer)

Siete meses sin escribir. Siete meses sin expresarme de la mejor manera que sé.
Como siempre tengo una cantidad sin fin de sentimientos y emociones encontrados, que se hizo tan grande, que ahora no sé por dónde empezar…
Creo que lo mejor sería hacer una especie de “balance”, de lo que va de este 2013, que tanto me cambio a mí, a mi entorno y en sí, toda mi vida.

Ya no soy la misma. Si bien, tengo mil cosas que no cambie, algo en mi es distinto. Esto distinto en mí, se llama “Crecer”. Para mi crecer es abrir nuevas puertas. Es ver, escuchar, aceptar y comprender a otros, pero nunca dejando lo que una misma siente de lado. Es aprender de los errores y tener la voluntad de seguir a pesar de las fallas.
Crecer es dejarse ser. Y dejar ser a los demás.  (Me cuesta un poco todavía esta parte).

Terminar la secundaria es lo que hizo este cambio en mí. Mejor dicho, no es “terminar la secundaria” lo que me cambio. Haber finalizado una etapa, tan importante en la vida es lo que, por así decirlo, “a la fuerza” me hizo crecer y ver el mundo con otros ojos.
Se cerró una etapa. Pero se abrió la puerta de MI vida.  Me refiero al hecho de poder elegir, de poder conocerme más, de tomar mis propias decisiones importantes, seguir realmente lo que siento y no hacer nada por obligación o imposición.
 Cuando termine la escuela, sentí por un lado un enorme alivio. Una alegría inmensa de poder sacarme ese uniforme, ese disfraz de “nena” de escuela católica, que tenía que fingir o mejor dicho, ocultar o guardarse opiniones sobre lo mierda que me parecen la religión y la iglesia, o muchas otras ideologías, por el solo hecho de pertenecer a esa “comunidad”, (como ellos le dicen), de incompetentes que conformaban los docentes, directivos, o gente grande de mi colegio, donde todos se hacían la buena gente y muchos eran en realidad la peor mierda…
Sentí una total libertad, al fin había llegado el momento de hacer lo que quiero, lo que me gusta y nunca jamás volver a tener que bancarme, por ejemplo, a un tipo que, rosando los 60, se creia vivo por menospreciar los ideales de sus alumnos de 13 a 18 años. O  nunca más tener que tocar nada relacionado con los números, lo cual me genera un total rechazo…
Pero por otro lado, estaba lo malo de terminar la escuela… Ya no iba a ver a mis amigos todos los días. Cada quien tomaba su camino, con sus proyectos y era obvio que eso nos cambiaria.
Todavía se me hace muy difícil el hecho de no saber todo de la vida de mis amigas como antes. Esto de estar colgadas, distantes, o ya no pertenecer a un lugar en común, es algo que cuesta asimilar, pero que es parte de la vida.
Igual pienso y sostengo que la esencia de las personas jamás cambia y que cada vez que hablo con alguno/a los siento tan cercanos como siempre.

La facultad me ayudo a reflexionar bastante sobre todo. Me abrió demasiado la cabeza, tanto, que me di cuenta que mi lugar en el mundo no estaba adentro de la Facultad de Psicología como creía. Y por eso decidí dejar. Aunque adoraba realmente todos los manejas facultativos, desde ir en el colectivo, estar en el enorme y tan hermoso predio que es La Siberia, la facu de psico, ahí primera, siempre impecable, con tantas personas tan distintas entre sí, un mundo nuevo, del cual estoy orgullosa de haber conocido y haber sido parte, al menos por estos meses que pasaron…
Y si tan contenta estaba por qué deje? Porque estaba ciegamente feliz con el ambiente, con el lugar, con la gente y no con lo que es la carrera. Como dije antes, me conocí un poco más a mí misma y esto me llevo a darme cuenta que no quiero, ni tampoco puedo, sentarme toda mi vida en un consultorio con gente contándome sus problemas, que realmente no me importan. Que lo mío no es solo escuchar y analizar. Que además de eso, para sentirme completa necesito opinar, decir, hacer saber qué es lo que pienso acerca de las cosas que pasan. Y en la profesión de psicóloga solo te enceras a “dar a entender”, (que no es lo mismo que “decir”), a tus pacientes cosas sobres sus vidas, que ninguna redundancia tienen en la mía.
Me costó mucho dejar la carrera, porque siempre pienso demasiado en el qué dirán. Pero la vida se basa en tomar decisiones que nos hagan bien  y no en aparentar cosas para que los demás crean que estamos haciendo las cosas bien.


Tengo los próximos 5 meses, pura y exclusivamente para dedicarlos en mí. Y me encanta esto. Siento que este tiempo me va a servir para descubrir un par de cosas que me faltan entender/descubrir.
Dije 5 meses, porque quiero empezar otra carrera el año que viene, Periodismo. Elegí esta carrera porque se basa en opinar, en expresarse, en debatir, en difundir lo que uno cree. Y no hay nada que me guste más que mostrar lo que pienso a otros. Y que quizás, gracias a mi palabra, otros puedan ver las cosas, de las cuales todos somos parte, de manera distinta.